“Cuando el cuerpo duele, el ánimo se hunde.
Cuando el ánimo cae, el cuerpo duele más.”
1. El dolor: algo que todos conocemos, pero pocos comprendemos
Todos, en algún momento de la vida, hemos sentido dolor.
A veces viene del cuerpo: una herida, una enfermedad, una cirugía.
Otras veces llega al alma: una pérdida, un miedo, una decepción.
Pero muchas veces, el dolor no sabe de fronteras.
El físico y el emocional se entrelazan, se retroalimentan y se amplifican.
Y es ahí, en ese espacio donde cuerpo y alma se tocan, donde aprendemos lo más profundo sobre nosotros mismos.
2. Mi experiencia con el dolor
No hablo del dolor desde los libros ni desde la teoría.
Hablo desde mi cuerpo, desde mi historia, desde el recorrido que comenzó con un diagnóstico de
cáncer de cuello de útero.
He vivido el dolor físico: las operaciones, los tratamientos, las secuelas que transforman el cuerpo para siempre...
Y he sentido el dolor emocional: el miedo, la incertidumbre, la pérdida de identidad cuando de pronto ya no te reconoces en el espejo.
A lo largo del camino, descubrí algo que me marcó:
cuando el cuerpo sufre,
el ánimo se apaga;
y cuando el alma se derrumba,
el cuerpo duele más.
Por eso estoy convencida de que el dolor no puede tratarse solo desde una parte:
hay que atender ambas.
3. La importancia de cuidar el cuerpo y el alma
En la
I Jornada sobre el Dolor del Hospital Universitario Gregorio Marañón, tuve la oportunidad de compartir esta vivencia.
Allí recordé algo esencial: el dolor es inevitable, pero
el sufrimiento puede aliviarse cuando se acompaña con humanidad.
El personal sanitario tiene un superpoder.
No solo el de aliviar el dolor físico con sus conocimientos y tratamientos, sino también el de calmar el dolor emocional con algo tan simple —y tan poderoso— como una palabra, una mirada o una mano tendida.
A veces, eso también cura.
4. Dolor y esperanza: una misma lección
El dolor me ha enseñado mucho (sigue leyendo más abajo)
Me ha mostrado que la vida puede doler y, aun así, seguir siendo hermosa.
Me ha enseñado que
la empatía sana.
Y que compartir nuestras heridas no nos hace débiles, sino más humanos.
Hoy sé que cada persona que acompaña el dolor de otro —sea profesional o no— tiene el poder de transformar el sufrimiento en alivio, y el miedo en esperanza.
5. Mira mi intervención completa
En el siguiente vídeo puedes ver mi participación en la jornada, donde hablo sobre cómo el dolor físico y el emocional se entrelazan, y de la importancia de atender a ambos con la misma compasión:
Y tú…
¿Has vivido alguna vez un dolor que te haya transformado?
¿Qué te enseñó sobre ti o sobre los demás?
Me encantará leerte en los comentarios 🌷
Compártelo con alguien que necesite leerlo.
¡Muchas gracias!
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